martes, 18 de noviembre de 2025

Reseña: "Las máscaras de Julia", de Sandra Parente




Sandra Parente, en Las máscaras de Julia, nos introduce en los pasillos dorados y las arenas movedizas de la Roma augustea con el fin de revelarnos no solamente el poder político, sino también la importancia que tienen los silencios familiares y las apariencias. La novela, desde el principio, evoca una sensación casi teatral que recuerda el Yo, Claudio de Robert Graves.

La autora, ambientando la obra en la Roma de los inicios del siglo I, describe a Augusto como un princeps implacable que, bajo el pretexto de restaurar la República, construye un imperio sólido mediante el control. La novela se fundamenta en esa dualidad entre lo que aparentan y la realidad: las conspiraciones, el conflicto interno y una dinámica familiar perjudicada por la obediencia se esconden tras la concordia oficial.

El personaje de Julia (la Mayor), hija del César, sufre acoso por denuncias de adulterio mientras su mundo se desmorona: exilio, humillaciones públicas... Parente no la muestra como una simple víctima, sino como una mujer cautiva de la política, el honor y la dominación masculina.

Pero no solo es su historia lo que importa. Julia la Menor, hija de ella (la nieta de Augusto), después de varios años, inicia un viaje para reconstruir el pasado de su madre; busca diferenciar entre la versión oficial y la verdad que estaba escondida.

Parente tiene la sensibilidad de una historiadora: su preparación en arqueología e historia antigua es evidente en la precisión con que retrata a la Roma de su novela. No obstante, también posee la capacidad necesaria para dar forma a una narración íntima y coral, donde cada personaje (Tiberio, Livia, Julila, Julia y Augusto) tiene su propia máscara, dolor y secreto.

La longitud (552 páginas, según la ficha) no es aplastante porque Parente sabe regular el ritmo de manera adecuada: hay instantes de duelo, revelación, reflexión y conspiración. El libro se lee en un suspiro porque consigue mantener la tensión del "qué pasará" en cada página.

Una de las grandes virtudes de la novela es su habilidad para entrelazar lo privado (familia, maternidad, amor) con lo político (poder, propaganda, represión). La imputación de adulterio contra Julia no es únicamente un escándalo moral. Es, en realidad, una táctica más dentro del juego de poder del imperio.

Otro tema esencial es la memoria y cómo se construye la historia. Julila, al indagar acerca de su madre, pone en duda la "historia oficial". Parente sostiene que la verdad puede estar oculta detrás de las máscaras familiares e institucionales y que lo recordado no siempre es lo que ocurrió.

Además, se trata del rol de la mujer en una sociedad dominada por hombres y de qué manera la voz femenina, a pesar de ser silenciada en ocasiones, puede resistir y reescribir su propia historia.

Para mí, Las máscaras de Julia es una mezcla brillante de sensibilidad literaria y de rigor histórico. Parente no solamente reconstruye un periodo de la historia, sino que también humaniza a las figuras históricas. Julia ya no es simplemente un nombre en un libro de historia, sino una mujer con cicatrices, temores y aspiraciones.

Esta novela me ha hecho recordar por qué la historia antigua es tan cautivadora y que, además de las guerras (¡qué hartos estamos muchos lectores del género de ambientación histórica de la antigua Roma de los soldados y las batallas!), se trata de historias familiares, de secretos y de poder. Parente consigue que lo político y lo íntimo se crucen de una manera que conmueve y educa a la vez.

Las máscaras de Julia es una novela que, al quitarse las máscaras, muestra no solo verdades escondidas. Enseña, también, heridas, aspiraciones y la complicada trama familiar que envolvía a la dinastía de Augusto. 

 En suma, es un trabajo que rinde homenaje a la esencia de la divulgación histórica: divertir, conmover y enseñar.

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